miércoles, 29 de septiembre de 2010

Ingreso al Prenoviciado

“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño”. (1 cor. 13, 11).

Después de un camino recorrido en el aspirantado, donde comenzamos a beber un poco del manantial de la historia y el carisma de la familia de Santa Ana, nos sentimos llamados por Dios para dar un paso más en este camino que empezamos; y el 14 de septiembre, confirmamos este sentimientos de sabernos llamados ingresando al Pre-Noviciado (postulantado).
La celebración tuvo lugar en la comunidad “Hna Ana Paulina Cavalcante”, en Fortaleza - CE, donde estuvieron presentes los hermanos que forman la comunidad y los miembros de las diversas expresiones del carisma de la familia de Santa Ana.
Con el texto de 1Cor . 13.11, nos sentimos preparados para iniciar esta nueva etapa en la expectativa de alcanzar cada vez más la adultez y ser personas maduras para responder en este camino hecho y dar nuestro sí a Dios y a la Santa Iglesia.
Esperamos que, con la gracia de Dios tener fuerzas para continuar siempre firmes en los caminos del Señor, y con la intercesión de nuestras tres Madres: Santa Anna, María Inmaculada y de Madre Rosa recorrer el camino hacia Jesús: camino, verdad y vida para la santidad.

“Santidad, quiero hacerla voluntad de de Dios”
( M . A. Rosa gattorno)

Pré Novicios

sábado, 25 de septiembre de 2010

Ordenacion de Fabio y Eliano

Tenemos la grata satisfaccion  de invitarles a la solemne Concelebracion Eucarística en la cual  seremos Ordenados Presbíteros para a Santa Madre Iglesia, por la  imposicion de manos y oracion consecratória de Su Excelencia Reverendísima Mons Matias Patrício de Macêdo, Arcebispo Metropolitano de Natal, que en esta ocascion elevara a Dios su  accion de gracias por 20 años de Ministério Episcopal.

Local: Catedral de Nossa Senhora da Apresentação, Natal- RN.
Data: 21/10/2010
Hora: 17h.

Primeras Missas:
P. Fábio José Costa, fsa
23/10/2010 – 19h.
Iglesia de San Vicente de Paul - Dix Sept Rosado – Natal
P. Eliano Firmino Silvestre, fsa 07/11/2010 – 19h
Capilla Nuestra Señora de Lourdes – Sobral –CE.

http://informefsa.blogspot.com/

martes, 21 de septiembre de 2010

La Busqueda

Cada búsqueda y cada recorrido vocacional es original. La iniciativa de Dios y la libertad humana se entremezclan de muchas maneras para formar un tejido único aunque variado en sus formas. Sin embargo, es posible distinguir unos puntos comunes que se repiten en toda historia vocacional en la primera etapa de búsqueda.

• Comienzos
• Primeras dificultades
• Nueva afirmación

Cada uno de estos tres hitos adquieren una pluralidad de formas. Es necesario que sepamos, si acabamos de ponernos en marcha, en qué situación estamos del proceso para poder construir nuestro camino vocacional. Si llevamos un largo camino ya recorrido no vendrá mal repasar nuestros orígenes y comprender a nuestros hermanos que comienzan a andar.

1.- COMIENZOS: (Por qué no) El que comienza un camino es porque oyó una pregunta más o menos clara: ¿Por qué no comprometerse? ¿Por qué no llegar a ser religiosa o sacerdote? Y surge una pregunta que es una respuesta aunque todavía no muy clara que habrá que clarificar y profundizar. ¿POR QUE NO?

Siempre hay un punto de partida: la llamada tienen una cara, un día, una canción, un momento especial, una oración, una amistad, una soledad, una experiencia fuerte...

Es bueno que repasemos nuestra historia vocacional o si estamos en las primeras etapas analicemos las personas que han influido en el descubrimiento e inicio de nuestra vocación y las personas que siguen influyendo y sosteniendo nuestra decisión. No son casualidades, la aparición de ciertas personas o de determinadas experiencias en nuestra vida. Para Dios no existen casualidades. Son detalles de todo un plan amoroso de Dios para cada uno de nosotros. (Jn. 1, 40-42). Mira hacia atrás y descubre los cruces de personas y circunstancias en tu vida donde encontraste a Jesús, y da gracias a Dios por ello.

2.- DIFICULTAD: (Por qué yo) En la primera etapa de esta búsqueda se fijaba uno en Dios que llama, para descubrir los signos de su voluntad. En esta segunda etapa, la persona se mide a sí misma con la misión que Dios le encomienda. Y lógicamente, la misión de Dios es más grande que nuestras posibilidades, y se origina el desánimo. Después de los entusiasmos iniciales, llegan las dificultades.

Cara a cara nos enfrentamos con nuestra realidad. A veces exageramos nuestras limitaciones y otras veces las inventamos. Temas como la oración, la fe, la madurez afectiva, el compromiso les analizamos desde las dificultades, desde la renuncia. La vocación la convertimos en una ilusión, en una autosugestión y de la madurez afectiva sólo vemos impulsos sexuales no orientados, vacío y soledad... El tiempo de oración es un tiempo desabrido, no se ve su “utilidad”, De las personas e instituciones sólo vemos los defectos. La crítica ácida hace su aparición en nuestros juicios y valoraciones.

Todo esto engendra una reacción ¿Por qué yo? Y nos defendemos con falsas justificaciones: “Tal persona es mejor que yo”; “esta vocación no es para mí”; “mejor, no correr riesgos de equivocarse”, “quién me garantiza que no voy a fallar...”
Es el momento de la elección como negación. Tus ojos se fijan en lo que dejas, en lo que pierdes. La decisión se ve como un corte. ¡Te arrancan algo! Es el tiempo de la crisis. Lo puede ver también en numerosos casos de vocaciones bíblicas.

Lee: Ex. 3, 11 ¿Quién soy yo...?
Ex. 4, 10 Por favor, Señor, yo no he sido nunca...
1 Re 19, 4 Basta, Ya, Señor, toma mi vida...

Sin embargo la noche nunca es totalmente oscura. Tiempo difícil, tiempo de lucha interior; pero allí está Jesús.

En esta etapa y ante esta situación, ¿qué hacer? Toma una actitud positiva y de confianza, vive la elección como afirmación, viendo, no lo que dejas, sino lo que adquieres; asume las responsabilidades personales. Las dificultades manifiestan tu ser: Tus consistencias y tus inconsistencias te ayudarán a entrar en ti y a reanudar el diálogo con Dios... Vive intensamente el momento presente. A la pregunta pero ¿Por qué yo?, responde ¿Por qué yo no?

3.- AFIRMACIÓN: Sí, te seguiré. Después de la duda viene la decisión generosa para seguir a Cristo. La presencia de Dios en nuestra vida, es más fuerte que nuestras limitaciones y nuestras incertidumbres. Cristo se presenta como una gran posibilidad, como un proyecto de vida que llena nuestras expectativas.

Descubrimos que elegir a Cristo no es calcular, no es perder, es vivir con plenitud, es ganar. Más que nuestras sombras, vemos la luz que emerge en nuestra vida poco a poco. Quizá no existen evidencias externas que eliminen el riesgo, pero hay siempre una gran fe y un abandono en las manos de Dios que no defrauda y no traiciona y que nos permite decir: Sí, te seguiré.

PREGÚNTATE:

-De los tres momentos de la búsqueda ¿Dónde te encuentras ahora?
-¿Qué ha cambiado en ti?
-Descubre las elecciones que ya has hecho ¿Qué ha pasado en ti?
-Analiza tu vida de oración ¿Jesús está creciendo en ti como centro y modelo único de tu vida?

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Maria, la mujer que supo escuchar

Si revisamos los 4 evangelios y buscamos lo que dijo María, no encontraremos de ella más que siete palabras: Lc 1,34 “¿Cómo será esto, pues no conozco varón?”, Lc 1,38 “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”, Lc 1,40 “Saludó a Isabel”, Lc 1, 46-55 “Proclama mi alma la grandeza del Señor...”, Lc 2,48 “Hijo, ¿por qué lo has hecho así con nosotros?”, Jn 2,3 “No tienen vino”, Jn 2,5 “Hagan lo que él les diga”. Ella es la mujer del silencio. Esta actitud de nuestra Madre nos enseña la importancia del silencio en nuestro interior para poder escuchar a Dios y a María Santísima. Silencio interior que nos ayudará a estar en gracia, en paz, apartarnos de las preocupaciones del mundo y estar libres de ataduras.

La Santísima Virgen, indudablemente supo escuchar, aún lo hace y muy bien por cierto. Como ya dijimos, Ella es la Mujer del Silencio, lo sabemos por su acostumbrada actitud de oración, en la que la encontró el Arcángel Gabriel, que demuestra lo asidua que estaba Ella al silencio interior y a la oración. Aquella que estaba llena de gracia, tenía coloquios con Dios. Él había recreado en María el Jardín del Paraíso, donde se paseaba cada tarde. La costumbre que Ella tenía de guardarlo todo en su corazón, nos dice que guardaba silencio interior y llevaba todo a la oración para que Dios le hablase.

Ella Escuchó a Dios, por eso fue su respuesta rápida y total al Proyecto de Salvación. Escuchó a su Hijo… su Inmaculado Corazón le escuchó desde que los latidos del corazón de Jesús comenzaron a sentirse hasta que dejó de hacerlo en la cruz; desde ese día en la cruz Ella nos escucha a todos nosotros. No para de escuchar a todos sus hijos dispersos por el mundo; escucha sus ruegos, plegarias, angustias, deseos de toda índole, y lo que más le agrada escuchar es cuando le pedimos que nos enseñe a amar a Dios.

Las imágenes que representan a nuestra Madre, generalmente tienen las manos unidas y su preciosa cabeza mirando hacia abajo, hacia la tierra es decir hacia nosotros. Este gesto demuestra su actitud de escucha, la de escucharnos. Y cuando la vemos con la cabeza mirando hacia arriba, sobre todo en la Anunciación o a los pies de la cruz, la vemos como escuchando a Dios o llevando nuestras súplicas al Padre.

Definitivamente, María Santísima es la Madre del Silencio y un modelo excelente para que nosotros aprendamos a escuchar a Dios en nuestro corazón. Pidámosle a Ella que nos de la gracia de guardar silencio, para que descubramos el lenguaje de Dios en los acontecimientos de nuestra vida y para que también podamos escucharla a Ella. “María, sé mi Maestra y enséñame lo que debo hacer…” (Rosa Gattorno)

jueves, 9 de septiembre de 2010

Escuchar a Dios

Dios habla al corazón de sus creaturas. Nos habla a ti y a mí, y lo hace constantemente. Pero ¿Le escuchamos? En el  anterior articulo hicimos una reflexión sobre el saber escuchar a los demás; mientras lo escribía me daba cuenta de la necesidad urgente de aprender a escuchar a Dios. Si bien es cierto que Dios nos habla constantemente, más cierto es que no le escuchamos, o porque no sabemos cómo hacerlo o porque NO queremos.

Primero, para escuchar a Dios necesitamos SILENCIO; ese silencio imprescindible es el interior (de la mente, para que podamos entenderlo mejor). Decía la gran Santa Teresa de Ávila que “la mente es la loca de la casa” y es así, solo tratemos de capturar todos los momentos del día en que los pensamientos se atropellan unos a otros...conversaciones ficticias, cuentas de números, prejuicios, palabras sin sentidos, imágenes….todos, todos ellos en nuestra mente y al mismo tiempo. Guardar silencio interior es una disciplina, un ejercicio necesario para edificar nuestro ser, aprender a reflexionar, mantener la ecuanimidad y la paz; también es necesario para no perder los detalles, crecer en virtud y vencer las tentaciones, pero lo más importante: escuchar a Dios. Imposible que Dios se manifieste a nosotros en medio del bullicio de nuestra mente; aunque si lo puede hacer en medio del bullicio del mundo, mientras el corazón esté callado y quieto podremos escucharlo.

Ahora bien, no pensemos que Dios necesariamente nos va a hablar de la misma forma en que nosotros nos comunicamos; aunque puede hacerlo ¡Claro que sí! Pero El suele tener su propio lenguaje; Dios habla muy bien a través de los acontecimientos, por lo que debemos estar atentos a ellos.

De la manera en que ponemos atención para escuchar lo que alguien nos quiere decir más allá de sus palabras (lenguaje corporal, sentimientos, etc.) así mismo, pero con más relevancia, debemos poner atención a lo que Dios desea comunicarnos, que es Su Voluntad para con nosotros. Por eso utiliza, la mayoría de las veces, los acontecimientos… hechos y sucesos que pasan alrededor de nosotros, marcados con un gran simbolismo y a través de los cuales Él pretende hablarnos al corazón.

Por supuesto, que Dios también nos puede hablar claramente a través de intermediarios o de Él mismo. Recuerdan a Samuel, en medio del silencio de una noche, Dios lo llamó tres veces por su nombre, mientras él creía que era Elí (1 Samuel 3, 1-10)… al final siguiendo el consejo de su formador dijo: “Habla Señor que tu siervo escucha”. Resulta que no fueron buenas noticias las que Dios le dijo; pues lo mismo nos puede pasar a veces, y aquí vuelvo al principio: No queremos escuchar a Dios, porque no es conveniente escucharle denunciando nuestros pecados, falta de amor y compromiso, o darnos la encomienda de una misión que nos va a acarrear renuncias y cruces.

“Habla Señor que tu siervo escucha”. Silenciemos las voces de nuestro interior, es hora de escuchar a Dios, es hora de estar atentos a los acontecimientos que nos están ocurriendo porque ellos nos traen un mensaje, nada más y nada menos nos dicen lo que Él quiere comunicarnos: sus designios de amor sobre nosotros. ¿Qué vamos a hacer, entonces? ESCUCHARLE, simplemente escucharle.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Ordenacion presbiteral de Juan Carlos

¡Tu Bondad y tu Misericordia me acompañan todos los días de mi vida! Esta es la oración que sale de lo más profundo de mi alma y que elevo al Señor como acción de gracias, porque El pensó en mí, me creó, me llamó, me capacitó y me confió este Ministerio Sacerdotal como Hijo de Santa Ana; Asociación donde los más profundos anhelos de mi alma se han visto saciados, porque me ayudaron a encontrar a ALGUIEN que nunca se muere: Jesucristo.
Gracias a mis Padres, por enseñarme desde pequeño a amar las cosas de Dios y a tener una devoción filial y llena de confianza hacia María Santísima. Gracias papi, que estás hoy aquí una vez más, acompañándome en estos acontecimientos decisivos para mi vida y gracias a mi mami, de feliz memoria, que pensando que algún día no estaría conmigo me dejó a María para que ella sea Mi Madre, Mi Refugio, Mi auxilio, Mi intercesora.
Desde que inicié mi camino como Hijo de Santa Ana, el Señor me bendijo con almas generosas, llenas del amor de Dios que han marcado y han dejado huellas imborrables de su presencia en mi vida vocacional. Hago referencia primero a la comunidad de Hijas de Santa Ana que conocí en Corrales- Tumbes: Madre María Novati, de feliz memoria, Madre Nélida Bellido, quién después me acompañó en la etapa de Aspirantado, sembrando en mi alma el deseo de ser más de Dios y que ahora ella se encuentra como misionera en Italia; Madre Edhi Gutiérrez con quién compartí la aventura de dar a conocer a un Cristo joven y alegre y que ahora me acompaña en este celebración desde el coro.
En mi camino formativo, gracias especiales a Madre Betty Domínguez, que haciendo un gran sacrificio ha venido desde Bolivia en este día sublime. Ella, como Maestra de mi Postulantado y Noviciado me enseñó el secreto de la alegría de ser de Dios: Oración, santidad de vida y la fuerza de la alegría. Gracias Madre por tu donación materna, tu paciencia y por el enorme sacrificio ofrecido a Dios en mi camino de descubrimiento de un Dios misericordioso.
Gracias Madre Carmen Cubas, Madre Sofía Vásquez, que con su testimonio, cercanía, coraje y audacia me siguen acompañando de cerca como HSA y a cada una de ustedes hermanas de la Provincia Santa Rosa que me acogen en la gran Familia de Santa Ana.
Gracias también P. Patricio por ayudarme a comprender, desde tu sencillez paterna, el significado de mi identidad como HSA y doy gracias a Dios porque también un día como hoy, en el año 1996 tú hacías tus votos perpetuos junto a P. Valdo nuestro responsable Mayor.
Gracias a los hermanos que vivieron conmigo: P. Martín Villanueva, Diácono Rafael Villegas, que ahora me acompaña desde el altar; Hno. Dian Carlo de Araujo, Benito López, Hnos. Postulantes y los que viven actualmente conmigo: Hno. Felipe, Hno. César y los Hnos. Aspirantes. Ellos me siguen acompañando y ayudando a tomar en serio el llamado a la santidad a l cuál Dios me llama.
Desde que inicié mi camino Presbiteral, el Señor me bendijo con la presencia paterna y bondadosa de Monseñor Adriano Tomassi OFM. Él, por encargo de S.E. el cardenal Juan Luis Cipriani Tornhe, celebró mi Admisión al lectorado, al acolitado, al diaconado y ahora el Presbiterado. Gracias Monseñor por confiar no sólo en mí sino en cada HSA.
Un enorme agradecimiento por el significado que representa P. César y en él a P. Manuel para cada uno de nosotros, para nuestra comunidad eclesial y para nosotros. Gracias Padre por todo lo que vamos compartiendo juntos en este camino de seguimiento a Jesucristo. En este agradecimiento, mi gratitud al Sr. Eduardo Alva y familia que dirige el coro Vox Pro Deo y quien me ha acompañado en mis diversos pasos dentro de mi camino Presbiteral. Bendiciones para cada uno de ustedes.
A mis alumnos y ex alumnos del Colegio Santa Ana, a los profesores y a todos los que están hoy aquí presentes: Familiares, amigos, sacerdotes, diáconos, acólitos; gracias por su presencia que significa tanto para mí.
Para terminar, sólo me quiero quedar con las palabras de San Pablo: “AUN NO HE ALCANZADO LA META, SIGO CORRIENDO…LA META ES CRISTO…EL YA ME CONQUISTÓ, AHORA ME TOCA A MI CONQUISTARLE A EL, AGRADARLE A EL, SER DE EL, SER SU SACERDOTE, SER SU AMIGO, SER DE SUS INTIMOS, SER SANTO. Pongo bajo la protección materna de María y de Santa Rosa de Lima mi sacerdocio y mi camino de consagrado como Hijo de Santa Ana.
(Palabras de agradecimiento durante la Eucaristía de Ordenación Presbiteral)

viernes, 3 de septiembre de 2010

Aprender a escuchar


En estas últimas semanas he estado meditando sobre lo vital de saber escuchar a las personas. ¡Qué importante es! Para mí ha resultado un aprendizaje, he de reconocer con humildad que me cuesta y que si en muchas ocasiones en lugar de actuar hubiera escuchado no habría cometido ciertos errores en mi vida. Pero como nunca es tarde para aprender, y de eso se trata la vida, aquí estoy “aprendiendo a escuchar”. Por eso, quiero compartir con ustedes algunas ideas de este aprendizaje maravilloso.

Saber escuchar es un arte, definitivamente. Hay quienes piensan que porque son muy elocuentes y manejan muy bien su hablar son excelentes comunicadores, sin embargo no saben escuchar.

Dios es Sabiduría Plena y todo, absolutamente todo, lo que hace tiene “un porque”. No se han preguntado: ¿Por qué tenemos dos oídos y una sola boca? ¿Y por qué los oídos los tenemos hacia ambos lados y la boca en una dirección, la del frente?... ¿Será que Dios nos está insinuando con esto que debemos escuchar más de los que hablamos? ¿Nos estará diciendo que debemos escuchar todo lo que suceda a nuestro alrededor y hablar de frente a las personas? Ya el antiguo Filosofo griego Senón decía: "La naturaleza nos ha dado dos oídos y una sola boca, para recordarnos que vale más escuchar que hablar".

Cuando escuchamos, tomamos la certeza de que alguien nos ha hablado y que esa persona al sentirse escuchada, verá como a alguien le importa los detalles de su vida. Hoy en día, a pesar de que estamos en la era de las comunicaciones, las personas se sienten solas y la mayoría están necesitadas de que las escuchen.

Cuando entramos en el proceso de saber escuchar pasan cosas muy interesantes; por ejemplo, nos damos cuenta de que no lo sabemos todo, y que por lo tanto al no tener todos los datos no podemos juzgar. Claramente nos damos cuenta de que no lo sabemos todo y que por lo tanto debemos ser discretos y prudentes al hablar.

Ahora bien he descubierto que no se trata solo de escuchar las palabras, escuchar va más allá. Tiene que ver con escuchar el corazón, interpretar lo que las palabras no pueden decir; tiene que ver con percibir los sentimientos más profundos de quien habla. Saber escuchar es saber mirar, saber sentir. Esto es buscar al otro… cuando le escuchamos le damos tiempo y un tiempo de calidad. Al escuchar con el corazón se lo estamos abriendo con serenidad y le damos el mensaje de que tenemos todo el tiempo del mundo para la persona que nos habla… “No hay prisas, yo quiero estar contigo, tengo tiempo para ti”. Se lo demostraremos con nuestra postura, el gesto de nuestro rostro, etc.

Hay unas reglas muy asertivas sobre escuchar, se llaman “10 Reglas de la Buena Escucha” las definió Keith Davis, son las siguientes:

1. Deje de hablar. Usted no puede escuchar si está hablando.
2. Hacer que el que habla se sienta cómodo. Ayúdelo a sentirse que es libre de hablar.
3. Demuéstrele que desea escucharlo. Parezca y actúe como si estuviera sinceramente interesado.
4. Elimine y evite las distracciones. No se distraiga jugando con pedazos de papel, escribiendo, etc.
5. Trate de ser empático con el otro. Intente ponerse en su lugar, comprender su punto de vista.
6. Sea paciente. Dedíquele el tiempo necesario, no interrumpa.
7. Mantenga la calma y su buen humor. Una persona colérica toma el peor sentido de las palabras.
8. Evite discusiones y críticas, sea prudente con sus argumentos.
9. Haga preguntas. Esto estimula al otro y muestra que usted está escuchándolo.
10. Pare de hablar. Esto es lo primero y lo último. Todas las otras reglas dependen de esto. Usted no puede ser un buen escucha mientras esté hablando.

Hoy es un buen día para empezar a practicar estas reglas y aprender a escuchar ¿Que si nos va a costar? ¡Por supuesto que si! Viviremos muchos minutos heroicos, de eso tratamos aquí.

Comencemos con los que nos quedan cerca; hagamos un poco de silencio, tanto interior como exterior y descubriremos el misterio hermoso que hay en los seres humanos, sólo así nos encaminaremos a escuchar a Dios. Pero ese será otra reflexión.

Un abrazo.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Vocacion

¡Hola amigo! Este articulo es para ti si eres joven de cuerpo y espíritu. No importa que seas chico o chica. Pretendemos ayudarte en la delicada, y audaz, tarea de encontrar tu propia vocación. Dios llama a todos a ser santos por distintos caminos. A ti también te llama, no lo dudes. La VOCACIÓN es una LUZ QUE HAY QUE DESCUBRIR PARA VER EL CAMINO. ¿Te has fijado bien en la foto? Contémplala un rato. ¿Qué ves? Dos que caminan por un túnel hacia la luz. Uno más pequeño que el otro. Los dos unidos en un gesto de amistad. ¿No te imaginas que ese más pequeño, el que se deja ayudar, puedes ser tú? ¿No sientes en tu alma una fuerte inquietud, como un fuego ardiente, una tremenda ilusión que te hace decir: -Señor, ¿qué quieres de mí?

Somos a veces como un ciego que no ve, pero debemos ser como el del camino de Jericó, que cuando supo que junto a él pasaba Cristo, comenzó a gritar: -¡JESÚS, HIJO DE DAVID, TEN COMPASIÓN DE MÍ! .- Y Jesús le pregunta: -¿Qué quieres que haga contigo?.- Y el ciego respondió: -SEÑOR, ¡QUE VEA!.- Jesús le dijo con gozo: -Tu fe te ha curado. Y recuperando la vista LO SIGUIÓ POR EL CAMINO.

El Señor pasa cerca de ti. Dile con fuerza: ¡SEÑOR, HAZ QUE VEA! Y déjate llevar al encuentro de la LUZ. El Señor te necesita a ti y a muchos más. El trabajo es abundante, y las manos son pocas.

¿Tienes dudas? Aquí estamos dispuestos a ayudarte. Cuenta con nosotros. Escríbenos. Comparte tus inquietudes. Intentaremos aconsejarte con el corazón en la mano, y con la luz del Espíritu Santo. Te esperamos en esta página que está a tu servicio.

Un abrazo