Autor: Dr. Luis Salinas (* Médico psiquiatra. Colaborador de la Asociación civil Defensoría de la vida humana. www.defenvida.org.ar)
Fuente: valoresreligiosos.com.ar
Es mucho lo que se ha investigado y muy poco lo que se ha divulgado acerca de las repercusiones psicológicas que produce la interrupción voluntaria de un embarazo. Lo cierto es que esta elección no es gratuita. Los problemas emocionales que pueden darse de forma inmediata son la negación del hecho (las mujeres se dicen a sí mismas: "Esto no me pasó a mí"), la supresión del hecho (se dicen: "Me pasó pero no quiero pensar en esto") o, en un número escaso de casos, la presencia de rígidos mecanismos de defensa para evitar sentimientos de culpa (piensan: "Ya pasó y no me importa"). Estos afectos reprimidos, suprimidos o disociados causan disturbios emocionales tales como afecciones psicosomáticas, psiquiátricas o del comportamiento.
Se puede instaurar entonces el conocido síndrome post-aborto (que se manifiesta a través de palpitaciones, anorexia, depresión, trastornos en el rendimiento social y laboral, rupturas vinculares).
Entre las consecuencias mediatas, es posible reconocer el síndrome por estrés postraumático: las mujeres experimentan reiterados recuerdos del acontecimiento que provocan intenso malestar, mayor aún cuando llegaron a la decisión de someterse a un aborto forzadas por otros o si fueron víctimas de abuso sexual. En algunos casos se presentan también depresiones que, sin tratamiento, pueden evolucionar en cuadros más graves como lo son las tendencias suicidas. Por último, la negación de la muerte del niño no deseado puede inducir al abuso de sustancias, siendo lo más común el reforzamiento del hábito de fumar, el consumo de alcohol o de drogas.
Otros cuadros que se observan son las disfunciones sexuales crónicas (frigidez y anorgasmia), los desórdenes alimentarios y los problemas crónicos de relación. La interrupción voluntaria del embarazo constituye un homicidio; la vida de la mujer embarazada es sumamente valiosa, pero resulta absurdo pretender que la forma de cuidar y proteger esa vida sea destruyendo otra. Diversas entidades religiosas y otras no confesionales sostienen este concepto; entre las segundas, la organización no gubernamental Defensoría de la Vida Humana se refiere al homicidio prenatal como "el acto voluntario que interrumpe el proceso natural de gestación provocando deliberadamente la muerte de la persona por nacer" .
Por eso, considero que es importante dar a conocer esta información a toda mujer o pareja que se plantea la decisión de abortar, orientar, acompañar en situaciones o procesos complejos a quienes se encuentran en vías de tomar una decisión que puede afectar a más de una persona.
La interrupción voluntaria del embarazo definitivamente no es una "solución" para ninguna mujer. Lo expone con claridad A. D''Agostino, vicepresidente de Comunicaciones del Population Research Institute al afirmar que "el aborto mata a un niño y daña a la mujer, eventualmente en su cuerpo y más frecuentemente en su mente. De modo que ¿para quién puede ser bueno el aborto?"
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