Mostrando entradas con la etiqueta LITURGICO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta LITURGICO. Mostrar todas las entradas

martes, 28 de febrero de 2012

La Quaresima

La pioggia colorata di coriandoli ha già la-sciato spazio alle Ceneri, segno pasquale che ci ha introdotto nel grande tempo della Quaresima. Sistemati in ordine i travesti-menti del carnevale, ora è tempo di abbandonare tutte le nostre maschere. Con Gesù ci inoltriamo nel deserto per quaranta giorni. E' un tempo per verificare la nostra fede e rinvigorire il nostro cammino di discepoli. E' un tempo per ascoltare e ascoltarci, per (ri)scoprire il silenzio e la calma. E' un tempo per semplificare, per mettere ordine, per dare una gerarchia evangelica ai nostri impegni. E' un tempo di vivificazione, più che di mortificazione. Un tempo da preparare, da scegliere, da desiderare. E' un tempo di conversione per invertire le nostre rotte.
La tradizione ci consegna tre parole chiave: digiuno, preghiera e carità. Digiunare per sentire la fame, per scoprire che non basto a me stesso e che il mio egoismo non può nutrirmi. Digiunare per imparare a dire dei "no" che mi aprono a dei "sì" che allargano il cuore. Oltre al digiuno dal cibo - necessario e insostituibile - ci sono molti altri terreni in cui sperimentarsi, ognuno si scelga quello più urgente nel suo cammino spirituale. Mi permetto solo di consigliare un po' a tutti il digiuno dal pettegolezzo, per imparare a guardare l'altro così come lo guarda Dio, senza giudicare.
Pregare per trovare uno spazio quotidiano di deserto, di intimità con Gesù e la sua Parola. Pregare per riconoscere la mia totale appartenenza a Dio. Stabilire un tempo, trovare un luogo e mettersi in ascolto della Parola è un appuntamento irrinunciabile nella vita del discepolo. Senza fretta. Senza pretendere di "sentire" chissà cosa. Senza troppe parole. Stare davanti a Lui, questo conta.
Carità per ricordarmi che la fede deve cambiare anche le mie mani. Carità non significa dare quello che avanza o che non serve più, ma stare attenti ai bisogni dell'altro, condividere i doni che ho ricevuto, non chiudermi nel possesso che marcisce le ricchezze del cuore.
Di certo non mancano le proposte per vive-re esperienze concrete di carità, scegliamo-ne una e rimaniamo fedeli. Ma non dimentichiamoci che la carità più urgente e capa-ce di contagio, è quella della quotidianità, tra le mura domestiche, nella scuola, nel lavoro e pure nel tempo libero.

Buona quaresima!!!

viernes, 15 de abril de 2011

Domingo de Ramos: escándalo y locura

Mateo 26, 14-27,66

Los primeros cristianos lo sabían. Su fe en un Dios crucificado sólo podía ser considerada como un escándalo y una locura. ¿A quién se le había ocurrido decir algo tan absurdo y horrendo de Dios? Nunca religión alguna se ha atrevido a confesar algo semejante.
Ciertamente, lo primero que todos descubrimos en el crucificado del Gólgota, torturado injustamente hasta la muerte por las autoridades religiosas y el poder político, es la fuerza destructora del mal, la crueldad del odio y el fanatismo de la mentira. Pero ahí precisamente, en esa víctima inocente, los seguidores de Jesús vemos a Dios identificado con todas las víctimas de todos los tiempos.
Despojado de todo poder dominador, de toda belleza estética, de todo éxito político y toda aureola religiosa, Dios se nos revela, en lo más puro e insondable de su misterio, como amor y sólo amor. No existe ni existirá nunca un Dios frío, apático e indiferente. Sólo un Dios que padece con nosotros, sufre nuestros sufrimientos y muere nuestra muerte.
Este Dios crucificado no es un Dios poderoso y controlador, que trata de someter a sus hijos e hijas buscando siempre su gloria y honor. Es un Dios humilde y paciente, que respeta hasta el final la libertad del ser humano, aunque nosotros abusemos una y otra vez de su amor. Prefiere ser víctima de sus criaturas antes que verdugo.
Este Dios crucificado no es el Dios justiciero, resentido y vengativo que todavía sigue turbando la conciencia de no pocos creyentes. Desde la cruz, Dios no responde al mal con el mal. “En Cristo está Dios, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino reconciliando al mundo consigo” (2 Corintios 5,19). Mientras nosotros hablamos de méritos, culpas o derechos adquiridos, Dios nos está acogiendo a todos con su amor insondable y su perdón.
Este Dios crucificado se revela hoy en todas las víctimas inocentes. Está en la cruz del Calvario y está en todas las cruces donde sufren y mueren los más inocentes: los niños hambrientos y las mujeres maltratadas, los torturados por los verdugos del poder, los explotados por nuestro bienestar, los olvidados por nuestra religión.

Los cristianos seguimos celebrando al Dios crucificado, para no olvidar nunca el “amor loco” de Dios a la humanidad y para mantener vivo el recuerdo de todos los crucificados. Es un escándalo y una locura. Sin embargo, para quienes seguimos a Jesús y creemos en el misterio redentor que se encierra en su muerte, es la fuerza que sostiene nuestra esperanza y nuestra lucha por un mundo más humano.

lunes, 5 de abril de 2010

Pascua de Resurreccion

Roma, 04 de abril de 2010

“Por la dicha que mi Bien Resucitado se paseaba, yo exultaba y no podía frenarme, hubiera gritado a todos que viniesen conmigo a adorar a mi Bien que ya bello y dulce paseaba resucitado” (Bta. Rosa Gattorno)

Queridos (as) hermanos (as): “Hoy es el día del triunfo del Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”, canta nuestra Madre la Iglesia y nos invita a entonar el aleluya en honor de Cristo Resucitado. El que estuvo muerto, ahora está vivo, y vive y reina por los siglos. La muerte ya no tiene en él dominio alguno.

En efecto, “lucharon vida y muerte en singular batalla y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta”. Bajó a las profundidades del sepulcro para vencer a nuestro enemigo común: La Muerte. Sufrió el menosprecio, la traición y todas las miserias del corazón humano, para sanar nuestra soberbia y egoísmo, y envolvernos en el manto del perdón y del amor. Cristo, triunfador del pecado y de la muerte, es nuestro Redentor.

Por medio de Cristo brilla la esperanza de una vida mejor y duradera para todo el género humano. En Cristo y por Cristo tenemos esperanza de vida eterna, de resucitar con Él el último día y vivir para siempre en Dios. De Él recibimos la fuerza para perdonar las ofensas y amar al prójimo. Siguiendo su ejemplo llevaremos una vida digna de seres humanos y de hijos de Dios. Haremos de la humanidad una fraternidad.

En la Iglesia católica se encuentra este mensaje y esta fuerza salvadora. Por eso nos dice san Pablo: “Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo su corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra”- El cristiano sabe mirar a lo alto.

Con la esperanza puesta en Cristo resucitado, emprendemos una vida nueva de sinceridad y de verdad. Seamos creadores de fraternidad y de paz. Felices pascuas con Cristo Resucitado y con Madre Rosa exultemos en este día de dicha y AMOR.
Con afecto fraterno.
P. Martin hsa

viernes, 11 de diciembre de 2009

Mensaje de Adviento: Desde Belén para el mundo

1. El Verbo eterno de Dios, al tomar nuestra carne mortal en el seno de una Virgen en la plenitud de los tiempos, confirió al misterio de Belén una dimensión cósmica y siempre actual. En Belén, Dios Padre comienza, por Cristo y en Cristo, a reordenar el universo hacia Él. Al tomar nuestra naturaleza humana, da a la creación su significado trascendente y, al entrar en nuestra historia, le confiere su orientación definitiva: Todo tiene en Cristo su consistencia y Él colma las aspiraciones del corazón humano. Él es nuestro Salvador, el único Salvador.

2. La Santa Iglesia nos invita a mirar este misterio sublime de la Encarnación del Hijo de Dios y, desde Belén, a reconstruir la averiada relación con Dios, con los hermanos y con la creación a causa del pecado original.

3. En Belén aprendemos a ser hijos de Dios, puesto que el Padre envió a su Hijo ha hacerse hombre y hermano nuestro. En el Hijo, en Jesucristo, estamos llamados a ser hijos de Dios. Por Jesucristo sabemos algo de Dios: que él es Padre, que nos ama y que nos regaló lo mejor que tiene: su amor, manifestado en Cristo. Ya podemos rezar el Padrenuestro.

4. La fraternidad humana, que se rompió cuando Caín mató a su hermano Abel, ahora es restaurada en Cristo. Él vino a congregar en la unidad a los hijos de Dios, dispersos y divididos por el pecado. En Cristo estamos llamados a construir la fraternidad universal, bajo la mirada de un Padre común. La verdadera vocación humana es a la fraternidad, mediante el amor. La Iglesia es escuela de fraternidad.

5. En Belén confluyen todos los elementos de la creación en armoniosa concurrencia: Las pajas, el pesebre y los animales; los reyes y los pastores; los ángeles y los coros celestiales; el frío y las tinieblas de la noche son iluminadas por la claridad del cielo; el amor de una madre, María, y la solicitud de un padre, señor san José, brindan sustento, cobijo y protección al débil, al recién nacido. Cuando nace un niño, renace Jesús.

6. Belén es la casa del pan y la morada de la paz. Belén es la imagen del universo devuelto a su Creador. Allí la vida brilla en todo su esplendor. Dejemos que Belén ilumine nuestro mundo, nuestra familia y nuestro corazón. ¡Feliz Navidad!

Mensaje para adviento

1. El Verbo eterno de Dios, al tomar nuestra carne mortal en el seno de una Virgen en la plenitud de los tiempos, confirió al misterio de Belén una dimensión cósmica y siempre actual. En Belén, Dios Padre comienza, por Cristo y en Cristo, a reordenar el universo hacia Él. Al tomar nuestra naturaleza humana, da a la creación su significado trascendente y, al entrar en nuestra historia, le confiere su orientación definitiva: Todo tiene en Cristo su consistencia y Él colma las aspiraciones del corazón humano. Él es nuestro Salvador, el único Salvador.


2. La santa Iglesia nos invita a mirar este misterio sublime de la Encarnación del Hijo de Dios y, desde Belén, a reconstruir la averiada relación con Dios, con los hermanos y con la creación a causa del pecado original.


3. En Belén aprendemos a ser hijos de Dios, puesto que el Padre envió a su Hijo ha hacerse hombre y hermano nuestro. En el Hijo, en Jesucristo, estamos llamados a ser hijos de Dios. Por Jesucristo sabemos algo de Dios: que él es Padre, que nos ama y que nos regaló lo mejor que tiene: su amor, manifestado en Cristo. Ya podemos rezar el Padrenuestro.

4. La fraternidad humana, que se rompió cuando Caín mató a su hermano Abel, ahora es restaurada en Cristo. Él vino a congregar en la unidad a los hijos de Dios, dispersos y divididos por el pecado. En Cristo estamos llamados a construir la fraternidad universal, bajo la mirada de un Padre común. La verdadera vocación humana es a la fraternidad, mediante el amor. La Iglesia es escuela de fraternidad.


5. En Belén confluyen todos los elementos de la creación en armoniosa concurrencia: Las pajas, el pesebre y los animales; los reyes y los pastores; los ángeles y los coros celestiales; el frío y las tinieblas de la noche son iluminadas por la claridad del cielo; el amor de una madre, María, y la solicitud de un padre, señor san José, brindan sustento, cobijo y protección al débil, al recién nacido. Cuando nace un niño, renace Jesús.


6. Belén es la casa del pan y la morada de la paz. Belén es la imagen del universo devuelto a su Creador. Allí la vida brilla en todo su esplendor. Dejemos que Belén ilumine nuestro mundo, nuestra familia y nuestro corazón. ¡Feliz Navidad!