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viernes, 20 de enero de 2012

Las consecuencias psicológicas del aborto

Autor: Dr. Luis Salinas (* Médico psiquiatra. Colaborador de la Asociación civil Defensoría de la vida humana. www.defenvida.org.ar)
Fuente: valoresreligiosos.com.ar

Es mucho lo que se ha investigado y muy poco lo que se ha divulgado acerca de las repercusiones psicológicas que produce la interrupción voluntaria de un embarazo. Lo cierto es que esta elección no es gratuita. Los problemas emocionales que pueden darse de forma inmediata son la negación del hecho (las mujeres se dicen a sí mismas: "Esto no me pasó a mí"), la supresión del hecho (se dicen: "Me pasó pero no quiero pensar en esto") o, en un número escaso de casos, la presencia de rígidos mecanismos de defensa para evitar sentimientos de culpa (piensan: "Ya pasó y no me importa"). Estos afectos reprimidos, suprimidos o disociados causan disturbios emocionales tales como afecciones psicosomáticas, psiquiátricas o del comportamiento.

Se puede instaurar entonces el conocido síndrome post-aborto (que se manifiesta a través de palpitaciones, anorexia, depresión, trastornos en el rendimiento social y laboral, rupturas vinculares).

Entre las consecuencias mediatas, es posible reconocer el síndrome por estrés postraumático: las mujeres experimentan reiterados recuerdos del acontecimiento que provocan intenso malestar, mayor aún cuando llegaron a la decisión de someterse a un aborto forzadas por otros o si fueron víctimas de abuso sexual. En algunos casos se presentan también depresiones que, sin tratamiento, pueden evolucionar en cuadros más graves como lo son las tendencias suicidas. Por último, la negación de la muerte del niño no deseado puede inducir al abuso de sustancias, siendo lo más común el reforzamiento del hábito de fumar, el consumo de alcohol o de drogas.

Otros cuadros que se observan son las disfunciones sexuales crónicas (frigidez y anorgasmia), los desórdenes alimentarios y los problemas crónicos de relación. La interrupción voluntaria del embarazo constituye un homicidio; la vida de la mujer embarazada es sumamente valiosa, pero resulta absurdo pretender que la forma de cuidar y proteger esa vida sea destruyendo otra. Diversas entidades religiosas y otras no confesionales sostienen este concepto; entre las segundas, la organización no gubernamental Defensoría de la Vida Humana se refiere al homicidio prenatal como "el acto voluntario que interrumpe el proceso natural de gestación provocando deliberadamente la muerte de la persona por nacer" .

Por eso, considero que es importante dar a conocer esta información a toda mujer o pareja que se plantea la decisión de abortar, orientar, acompañar en situaciones o procesos complejos a quienes se encuentran en vías de tomar una decisión que puede afectar a más de una persona.

La interrupción voluntaria del embarazo definitivamente no es una "solución" para ninguna mujer. Lo expone con claridad A. D''Agostino, vicepresidente de Comunicaciones del Population Research Institute al afirmar que "el aborto mata a un niño y daña a la mujer, eventualmente en su cuerpo y más frecuentemente en su mente. De modo que ¿para quién puede ser bueno el aborto?"

martes, 1 de junio de 2010

OBSTACULOS

Voy andando por un sendero. Dejo que mis pies me lleven. Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.

Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.
Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa.

Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso. Temo... dudo.
Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.

Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo
Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos... Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto.

Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños...
Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No dejaré que el muro impida mi paso.
Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.

Me recuerda a mí mismo... cuando era niño.
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?
El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí?
Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los trajiste tú.

lunes, 12 de abril de 2010

El error perfecto




EL ERROR PERFECTO.

Mi abuelo amaba la vida - especialmente cuando podía hacerle una broma a alguien. Hasta que un frío domingo en Chicago, mi abuelo pensó que Dios le había jugado una broma. Entonces no le causó mucha gracia.

Él era carpintero. Ese día particularmente él había estado en la Iglesia haciendo unos baúles de madera para la ropa y otros artículos que enviarían a un orfelinato a China.

Cuando regresaba a su casa, metió la mano al bolsillo de su camisa para sacar sus lentes, pero no estaban ahí. Él estaba seguro de haberlos puesto ahí esa mañana, así que se regresó a la Iglesia. Los buscó, pero no los encontró.

Entonces se dio cuenta de que los lentes se habían caído del bolsillo de su camisa, sin él darse cuenta, mientras trabajaba en los baúles que ya había cerrado y empacado.
¡Sus nuevos lentes iban camino a China!

La Gran Depresión estaba en su apogeo y mi abuelo tenia 6 hijos. Él había gastado 20 dólares en esos lentes. No es justo le dijo a Dios mientras manejaba frustrado de regreso a su casa. Yo he hecho una obra buena donando mi tiempo y dinero y ahora esto.

Varios meses después, el Director del orfelinato estaba de visita en Estados Unidos. Quería visitar todas las Iglesias que lo habían ayudado cuando estaba en China, así que llegó un domingo en la noche a la pequeña Iglesia a donde asistía mi abuelo en Chicago. Mi abuelo y su familia estaban sentados entre los fieles, como de costumbre. El misionero empezó por agradecer a la gente por su bondad al apoyar al orfelinato con sus donaciones.

Pero más que nada, dijo Debo agradecerles por los lentes que mandaron. Verán, los comunistas habían entrado al orfelinato, destruyendo todo lo que teníamos, incluyendo mis lentes. ¡Estaba desesperado! Aún y cuando tuviera el dinero para comprar otros, no había donde. Además de no poder ver bien, todos los días tenia fuertes dolores de cabeza, así que mis compañeros y yo estuvimos pidiendo mucho a Dios por esto. Entonces llegaron sus donaciones. Cuando mis compañeros sacaron todo, encontraron unos lentes encima de una de las cajas.

El misionero hizo una larga pausa, como permitiendo que todos digirieran sus palabras. Luego, aún maravillado, continuó: Amigos, cuando me puse los lentes, eran como si los hubieran mandado hacer justo para mí, ¡Quiero agradecerles por ser parte de esto!.

Todas las personas escucharon, y estaban contentos por los lentes milagrosos. Pero el misionero debió haberse confundido de Iglesia, pensaron. No había ningunos lentes en la lista de productos que habían enviado a China.

Pero sentado atrás en silencio, con lágrimas en sus ojos, un carpintero ordinario se daba cuenta de que el Carpintero Maestro lo había utilizado de una manera extraordinaria.


Dios puede hacer lo sobrenatural a partir de lo natural de cada uno.

El arbol confundido

EL ARBOL CONFUNDIDO

Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.

Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: "No sabía quién era."

"Lo que te falta es concentración", le decía el manzano, "si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ve que fácil es?"

- No lo escuches, exigía el rosal. Es más sencillo tener rosas y "¿Ves que bellas son?"

Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:

- No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución. No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior. Y dicho esto, el búho desapareció.

- ¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...?, se preguntaba el árbol desesperado, cuándo de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:

- Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión "Cúmplela". Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.

Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.

Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

Y tu... ¿dejas crecer el roble que hay en ti? En la vida, todos tienen un propósito que cumplir, un espacio que llenar.

No permitas que nada ni nadie te impida conocer y compartir la maravillosa esencia de tu ser.

Pero sobre todo recuerda, jamás podrás conocer el propósito de tu vida si no rindes tu corazón a aquel quién te creo. Conocer a Dios es encontrar el propósito de Dios para nuestra vida.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Arender a escuchar


Le reclamaba una vez por la noche al Señor: - "¿Por qué Señor no me escuchas?, si cada noche te hablo..." - "¿Por qué Señor no me atiendes?, cuando en cada momento te pido..." - "¿Por qué Señor no te veo?, si oro constantemente..." - "En esta noche Señor hablo y hablo contigo, mas no siento tu presencia, ¿por qué Señor no me tomas en cuenta? A lo que Dios constestó: - "Cada noche escucho tu clamor, cada noche trato de atender, cada noche trato de hacerme ver delante de ti, y quisiera cumplir tus deseos. Pero me hablas y pides muchas cosas, las cuales escucho con atención, sin embargo, en cuanto terminas de agradecer y de pedir lo que necesitas, terminas tu oración, sin darme oportunidad de hablar"
Una conversación es un diálogo entre dos, muchas veces hablamos con Dios pero no nos damos un tiempo para escuchar su voz. ¿Alguna vez has tratado de hablar con alguien que no te deja decir ni una sola palabra? Pues bien, Dios quiere hacernos escuchar su voz y para eso necesita que le des la oportunidad de hacerlo, y solo entonces, al escuchar su voz y guardar silencio por un momento, tu oración será completa, y Dios cumplirá su promesa de darte todo aquello que pidas con fe.