martes, 4 de agosto de 2009

NUESTRA FUNDADORA



"Amor mio, ¿cómo puedo hacer para que todo el mundo te ame?… Sírvete una vez más de este tu miserable instrumento para reavivar la fe y la conversión de los pecadores". (M. Rosa)


Rosa Gattorno, Nació en Génova el 14 de octubre de 1831, de una familia de profunda formación cristiana. Fue bautizada el mismo día, con el nombre de Rosa María Benedetta. A los 12 años recibió la confirmación. A los 21 años, contrajo matrimonio con Jerónimo Custo y se trasladó a Marsella.
Una crisis financiera turbó su felicidad, y tuvo que volver a Génova, su casa paterna; su primera hija Carlota a consecuencia de una enfermedad quedó sordomuda para siempre. En Rusia Jerónimo se contagia de una enfermedad incurable. Le nacen otros dos hijos: Alejandro y Francisco y el 9 de marzo, 1858 fallece su marido, quedando viuda a menos de seis años de casada y después de unos meses muere también Francisco, su último hijito. Estos acontecimientos marcaron su vida hacia un cambio radical que ella llamará "su conversión": Purificada por estas pruebas, pero fuerte en el espíritu, comprendió el verdadero sentido del dolor, enraizándose en la certeza de su nueva vocación.

En febrero 1864, en un clima de intensa oración, delante del Crucifijo, recibió la inspiración de una nueva Fundación, viendo su pequeñez y sus deberes maternales ella no se siente capaz de emprender esta gran obra. Por eso pide el parecer del Papa Pío IX. Rosa tenía la esperanza de ser liberada de esta gran responsabilidad. Pero el Papa en audiencia del 3 de enero de 1866, la exhorta a iniciar de inmediato la fundación, agregando: "Este Instituto se extenderá rápidamente en todas las partes del mundo; Dios pensará en tus hijos, tú piensa a Dios en su Obra". Aceptó, entonces, cumplir la voluntad del Señor. Así nace la Congregación de las Hijas de Santa Ana el 8 de diciembre de 1866 en Placencia.
Después de cumplir su peregrinación terrena, Rosa muere en olor a santidad el 6 de mayo de 1900 en Roma. Y el 9 de abril de 2000 es declarada beata por el Papa Juan Pablo II.
Este árbol que ella plantó en la Iglesia se ha enriquecido hoy con nuevas ramas: las Hermanas de vida Contemplativa, la rama masculina de “LOS HIJOS DE SANTA ANA”, el Instituto Secular y el Movimiento de Esperanza.

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