ESPÍRITU DE FAMILIA:
Los Hijos de Santa Ana viven en la Iglesia y en el mundo un estilo típicamente familiar, expresado en la comunión fraterna, en la calidad de las relaciones interpersonales y en el servicio apostólico. Esta vida familiar está impregnado de un clima cálido a imagen de la Santísima Trinidad; en el amor recíproco hecho de silencio y escucha, de atenciones, de gestos que hacen sentir a los hermanos amados; en la comprensión y acogida, en el respeto mutuo, la estima, la ayuda recíproca, perdón, bondad, alegría.
POBREZA DE CORAZÓN:
El Hijo de Santa Ana vive la Pobreza de Corazón como un modo de ser, vivir y existir que cualifica su presencia en el mundo. Vive abandonado en las manos de su Padre Dios, en humilde apertura al Espíritu a ejemplo de María, su hermana primogénita. Aprende a tener conciencia de su propia realidad de creatura: límites, cualidades, pecado… Está atento y disponible a la voluntad de Dios, aprende a descubrir el significado del dolor personal y social como participación del Misterio Pascual. Tiene una relación íntima con “ El Bien Crucificado”
DONACIÓN PATERNA:
El Hijo de Santa Ana se dona como Padre; es Padre espiritual de todos y se siente llamado a mostrar a todos el rostro misericordioso del Padre.
El Hijo de Santa Ana es objeto de misericordia de Dios y a su vez la dona a sus hermanos.
El Hijo de Santa Ana está llamado a vivir la íntima comunión de amor con los hermanos; íntima comunión de amor con Dios, que ama profundamente a cada hombre, con amor fiel.
Los Hijos de Santa Ana viven en la Iglesia y en el mundo un estilo típicamente familiar, expresado en la comunión fraterna, en la calidad de las relaciones interpersonales y en el servicio apostólico. Esta vida familiar está impregnado de un clima cálido a imagen de la Santísima Trinidad; en el amor recíproco hecho de silencio y escucha, de atenciones, de gestos que hacen sentir a los hermanos amados; en la comprensión y acogida, en el respeto mutuo, la estima, la ayuda recíproca, perdón, bondad, alegría.
POBREZA DE CORAZÓN:
El Hijo de Santa Ana vive la Pobreza de Corazón como un modo de ser, vivir y existir que cualifica su presencia en el mundo. Vive abandonado en las manos de su Padre Dios, en humilde apertura al Espíritu a ejemplo de María, su hermana primogénita. Aprende a tener conciencia de su propia realidad de creatura: límites, cualidades, pecado… Está atento y disponible a la voluntad de Dios, aprende a descubrir el significado del dolor personal y social como participación del Misterio Pascual. Tiene una relación íntima con “ El Bien Crucificado”
DONACIÓN PATERNA:
El Hijo de Santa Ana se dona como Padre; es Padre espiritual de todos y se siente llamado a mostrar a todos el rostro misericordioso del Padre.
El Hijo de Santa Ana es objeto de misericordia de Dios y a su vez la dona a sus hermanos.
El Hijo de Santa Ana está llamado a vivir la íntima comunión de amor con los hermanos; íntima comunión de amor con Dios, que ama profundamente a cada hombre, con amor fiel.
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