jueves, 22 de abril de 2010

La Vocacion nuestro nombre

La predrecita blanca
Comenta García Morato en su libro Creados por amor, elegidos para amar, la frase bíblica: Te he llamado por tu nombre", que alude a la vocación y misión concreta que Dios nos confía. Al llamarnos por nuestro nombre Dios nos invita a una vida única, singular, irrepetible.

"Para quien tiene fe -escribe este autor- el sentido de la existencia no es una especie de acertijo kafkiano: la revelación cristiana afirma que ese nombre se puede conocer en esta vida y esforzarse por realizar, si libremente se desea: "al vencedor le daré también una piedrecita blanca, y escrito en esa piedrecita un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe" (...),

La cuestión es que el nombre verdadero sólo nos lo puede dar quien nos conozca en plenitud. Por eso sólo Dios nos puede poner el nombre, porque sólo Él nos ama plenamente: ese nombre expresa lo que somos.

Y no podemos olvidar que , para conocerlo, es necesario oirlo, escucharlo una y otra vez, y preguntarlo si es preciso.

Del mismo modo que hemos aprendido nuestro propio nombre de pila oyendo desde la cuna como otros nos nombraban, y nuestros apellidos -incluso remontándonos a varias generaciones- preguntando a nuestros padres, podemos conocer el nombre que Dios nos da si nos decidimos a creer en Él, a preguntarle, fiándonos del amor conque nos nombra, y a escuchar.

Lo expresa magníficamente Ernestina de Champourcin en uno de sus poemas, cuando dice:

No sé como me llamo...
Tú lo sabes Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu vos.
Pronuncia esa palabra
de júbilo o dolor...
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Pero como nada humano es realizable sin la libertad personal, no se trata simplemente de un nombre impuesto: es un nombre dado (donado) que, a la vez, ha de llegar a ser expresión de la identidad que hayamos realizado, tratando de vivir la verdad de nuestra existencia.

Dios nos da el nombre como identidad y como meta: no cabe, por decirlo así- que nos "obligue" a llamarnos "así".

Sin duda ese nombre es lo que nos define, pero la definición de la persona es siempre autodefinición.

Nos vamos definiendo en la medida en que descubrimos y nos empeñamos en realizar el plan divino PARA Y POR EL QUE fuimos creados.

Pues Dios primero piensa en nuestra vida como misión y luego nos otorga las cualidades necesarias para llevarlas a cabo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario