viernes, 3 de septiembre de 2010

Aprender a escuchar


En estas últimas semanas he estado meditando sobre lo vital de saber escuchar a las personas. ¡Qué importante es! Para mí ha resultado un aprendizaje, he de reconocer con humildad que me cuesta y que si en muchas ocasiones en lugar de actuar hubiera escuchado no habría cometido ciertos errores en mi vida. Pero como nunca es tarde para aprender, y de eso se trata la vida, aquí estoy “aprendiendo a escuchar”. Por eso, quiero compartir con ustedes algunas ideas de este aprendizaje maravilloso.

Saber escuchar es un arte, definitivamente. Hay quienes piensan que porque son muy elocuentes y manejan muy bien su hablar son excelentes comunicadores, sin embargo no saben escuchar.

Dios es Sabiduría Plena y todo, absolutamente todo, lo que hace tiene “un porque”. No se han preguntado: ¿Por qué tenemos dos oídos y una sola boca? ¿Y por qué los oídos los tenemos hacia ambos lados y la boca en una dirección, la del frente?... ¿Será que Dios nos está insinuando con esto que debemos escuchar más de los que hablamos? ¿Nos estará diciendo que debemos escuchar todo lo que suceda a nuestro alrededor y hablar de frente a las personas? Ya el antiguo Filosofo griego Senón decía: "La naturaleza nos ha dado dos oídos y una sola boca, para recordarnos que vale más escuchar que hablar".

Cuando escuchamos, tomamos la certeza de que alguien nos ha hablado y que esa persona al sentirse escuchada, verá como a alguien le importa los detalles de su vida. Hoy en día, a pesar de que estamos en la era de las comunicaciones, las personas se sienten solas y la mayoría están necesitadas de que las escuchen.

Cuando entramos en el proceso de saber escuchar pasan cosas muy interesantes; por ejemplo, nos damos cuenta de que no lo sabemos todo, y que por lo tanto al no tener todos los datos no podemos juzgar. Claramente nos damos cuenta de que no lo sabemos todo y que por lo tanto debemos ser discretos y prudentes al hablar.

Ahora bien he descubierto que no se trata solo de escuchar las palabras, escuchar va más allá. Tiene que ver con escuchar el corazón, interpretar lo que las palabras no pueden decir; tiene que ver con percibir los sentimientos más profundos de quien habla. Saber escuchar es saber mirar, saber sentir. Esto es buscar al otro… cuando le escuchamos le damos tiempo y un tiempo de calidad. Al escuchar con el corazón se lo estamos abriendo con serenidad y le damos el mensaje de que tenemos todo el tiempo del mundo para la persona que nos habla… “No hay prisas, yo quiero estar contigo, tengo tiempo para ti”. Se lo demostraremos con nuestra postura, el gesto de nuestro rostro, etc.

Hay unas reglas muy asertivas sobre escuchar, se llaman “10 Reglas de la Buena Escucha” las definió Keith Davis, son las siguientes:

1. Deje de hablar. Usted no puede escuchar si está hablando.
2. Hacer que el que habla se sienta cómodo. Ayúdelo a sentirse que es libre de hablar.
3. Demuéstrele que desea escucharlo. Parezca y actúe como si estuviera sinceramente interesado.
4. Elimine y evite las distracciones. No se distraiga jugando con pedazos de papel, escribiendo, etc.
5. Trate de ser empático con el otro. Intente ponerse en su lugar, comprender su punto de vista.
6. Sea paciente. Dedíquele el tiempo necesario, no interrumpa.
7. Mantenga la calma y su buen humor. Una persona colérica toma el peor sentido de las palabras.
8. Evite discusiones y críticas, sea prudente con sus argumentos.
9. Haga preguntas. Esto estimula al otro y muestra que usted está escuchándolo.
10. Pare de hablar. Esto es lo primero y lo último. Todas las otras reglas dependen de esto. Usted no puede ser un buen escucha mientras esté hablando.

Hoy es un buen día para empezar a practicar estas reglas y aprender a escuchar ¿Que si nos va a costar? ¡Por supuesto que si! Viviremos muchos minutos heroicos, de eso tratamos aquí.

Comencemos con los que nos quedan cerca; hagamos un poco de silencio, tanto interior como exterior y descubriremos el misterio hermoso que hay en los seres humanos, sólo así nos encaminaremos a escuchar a Dios. Pero ese será otra reflexión.

Un abrazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario