Si revisamos los 4 evangelios y buscamos lo que dijo María, no encontraremos de ella más que siete palabras: Lc 1,34 “¿Cómo será esto, pues no conozco varón?”, Lc 1,38 “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra”, Lc 1,40 “Saludó a Isabel”, Lc 1, 46-55 “Proclama mi alma la grandeza del Señor...”, Lc 2,48 “Hijo, ¿por qué lo has hecho así con nosotros?”, Jn 2,3 “No tienen vino”, Jn 2,5 “Hagan lo que él les diga”. Ella es la mujer del silencio. Esta actitud de nuestra Madre nos enseña la importancia del silencio en nuestro interior para poder escuchar a Dios y a María Santísima. Silencio interior que nos ayudará a estar en gracia, en paz, apartarnos de las preocupaciones del mundo y estar libres de ataduras.
La Santísima Virgen, indudablemente supo escuchar, aún lo hace y muy bien por cierto. Como ya dijimos, Ella es la Mujer del Silencio, lo sabemos por su acostumbrada actitud de oración, en la que la encontró el Arcángel Gabriel, que demuestra lo asidua que estaba Ella al silencio interior y a la oración. Aquella que estaba llena de gracia, tenía coloquios con Dios. Él había recreado en María el Jardín del Paraíso, donde se paseaba cada tarde. La costumbre que Ella tenía de guardarlo todo en su corazón, nos dice que guardaba silencio interior y llevaba todo a la oración para que Dios le hablase.
Ella Escuchó a Dios, por eso fue su respuesta rápida y total al Proyecto de Salvación. Escuchó a su Hijo… su Inmaculado Corazón le escuchó desde que los latidos del corazón de Jesús comenzaron a sentirse hasta que dejó de hacerlo en la cruz; desde ese día en la cruz Ella nos escucha a todos nosotros. No para de escuchar a todos sus hijos dispersos por el mundo; escucha sus ruegos, plegarias, angustias, deseos de toda índole, y lo que más le agrada escuchar es cuando le pedimos que nos enseñe a amar a Dios.
Las imágenes que representan a nuestra Madre, generalmente tienen las manos unidas y su preciosa cabeza mirando hacia abajo, hacia la tierra es decir hacia nosotros. Este gesto demuestra su actitud de escucha, la de escucharnos. Y cuando la vemos con la cabeza mirando hacia arriba, sobre todo en la Anunciación o a los pies de la cruz, la vemos como escuchando a Dios o llevando nuestras súplicas al Padre.
Definitivamente, María Santísima es la Madre del Silencio y un modelo excelente para que nosotros aprendamos a escuchar a Dios en nuestro corazón. Pidámosle a Ella que nos de la gracia de guardar silencio, para que descubramos el lenguaje de Dios en los acontecimientos de nuestra vida y para que también podamos escucharla a Ella. “María, sé mi Maestra y enséñame lo que debo hacer…” (Rosa Gattorno)
apreciados hermanos hijos de santa ana, espero se encuentren uds. muy bien bajo la mirada paterno de los papis de Nuestra SSma. Madre maría!!!
ResponderEliminarDeseo contactarme con uds. escribo desde argentina.
mi mail: enfermeriacardio@hotmail.com
gracias. Fraternalmetne ANGEL HUMBERTO FIGUEROA.
LOCALIDAD DE RESISTENCIA,CHACO.ARGENTIAN.